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Artista: Daniel Barraza

Título: Sin título 2020

Técnica: Oleo sobre loneta

Tamaño: 46 x 41cm

Daniel Barraza es un artista con inusuales fundamentos: además de consumado creador, es
maestro en las técnicas del grabado, oficios que ha perfeccionado durante dos décadas en
Veracruz y Oaxaca.
Nacido en Epazoyucan de Hidalgo en 1981, Daniel Barraza se sintió desde muy joven
atraído por las artes plásticas, si bien halló que en su tierra natal había pocas oportunidades de
desarrollar su vocación. Al agotar las posibilidades que le ofrecía la Escuela de Artes de
Pachuca, se trasladó a Xalapa, donde ingresó al taller fundado por Per Anderson en 1999.
Con este artista sueco Barraza aprendió el trabajo de impresor de un modo al que pocos
podrían aspirar: no solamente las técnicas y los procedimientos del taller, sino los preparativos
previos que van desde la selección y adquisición de elementos muy diversas en toda clase de
sitios: desde las tiendas especializadas en materiales para artistas hasta recónditos yacimientos
naturales en el bosque, pasando por mercados populares y más espacios que sólo expertos
frecuentan.
En 2004 Daniel Barraza se incorporó al equipo de impresores que fundarían La Ceiba
Gráfica, notable proyecto ideado y dirigido por Per Anderson para sostener un taller de
impresión artística con materiales locales, incluyendo piedras litográficas de mármol autóctono
en vez de las conocidas planchas obtenidas en canteras de Alemania.
En la hacienda abandonada de Coatepec donde Anderson estableció La Ceiba Gráfica,
Daniel Barraza colaboró de 2006 a 2013 como impresor especializado en litografía. Sin
embargo, entre más destreza adquiría en su labor de impresor, más fuerte se volvía para el
hidalguense la inquietud por ejecutar e imprimir sus propias obras. Desde 2011 dibujaba y
pintaba cuanto podía, y mientras adquiría cada vez más confianza en su labor creativa,
descubrió que ese nuevo trabajo causaba desconcierto entre sus colegas enfrascados en tareas
técnicas.
Durante una visita a la ciudad de Oaxaca, Barraza conoció al gran pintor y escultor
Alejandro Santiago y a su hijo Lucio, quienes preparaban la apertura de un taller de gráfica en
una zona marginada de la capital oaxaqueña. Convencido de que como artista crecería si
trabajaba al lado de Alejandro Santiago, Daniel Barraza emigró a Oaxaca para incorporarse al
equipo de La Huella Gráfica, el taller que los Santiago establecieron en la colonia Alemán,
muy cerca de donde el artista oaxaqueño estableció en 2009 La Telaraña, espacio
escultórico y centro cultural.
Al apostar por el magisterio de Alejandro Santiago, Barraza no se imaginaba que el destino
le reservaba un giro inesperado. Mientras el hidalguense trasladaba su domicilio a la capital
oaxaqueña en julio de 2013, el entrañable maestro nacido en la comunidad de Teococuilco
falleció de manera intempestiva. Al maestro impresor no le quedó sino resignarse a la pérdida
e impulsar bajo la dirección de Lucio Santiago los trabajos en La Huella Gráfica.
Daniel Barraza perfeccionó su disciplina técnica en aquel taller hasta 2017, cuando decidió
abandonar las prensas y los tórculos para absorberse en su propio trabajo creativo. Si bien ha
continuado ejerciendo labores técnicas en el espacio La Buena Impresión, creado por un
selecto grupo de artistas en 2019, Barraza tiene claro que pronto sólo dedicará su destreza
como impresor a la edición de su propia obra. Mientras tanto, se esfuerza por impartir sus
conocimientos a jóvenes impresores de diversas partes de la república que convergen en los
cursos que imparte en La Buena Impresión, ideados para formar técnicos gráficos con elevada
calidad.
Ahora, Daniel Barraza presenta su obra reciente en La Mano Mágica, donde destaca por
su destreza como dibujante y sus innovaciones formales. Tres temas predominan en sus piezas:
las imágenes de jaguares y perros xolos, con las cuales lleva tiempo trabajando, y una nueva
serie: las motonetas tripuladas por mujeres que desarrolló a partir de una experiencia obtenida
en el sureste de Asia.
Las imágenes de jaguares y xolos son el tributo de Daniel Barraza a la cultura prehispánica.
Con su meticuloso dibujo, transforma estas figuras en un inusitado altar de muertos, pues los
animales que recrea son desde tiempos ancestrales íconos totémicos de las culturas originarias,
y el artista acentúa esa característica, sobre todo en el caso de los jaguares, ubicándolos en
monumentos ceremoniales, como el templo de la antigua ciudad maya de Uxmal conocido
como El Palomar, con su imponente crestería de piedra labrada en la que se desplanta un
gigantesco balam (nombre maya para el jaguar). Con providez, el dibujante recrea
ceremoniales y rituales desaparecidos en los grabados que protagonizan estos animales.
Por otra parte, la fiereza de los felinos asociada con figuras infantiles es una irónica
referencia del dibujante y grabador a escenas idílicas que en realidad son imposibles, y el artista
quiere que reflexionemos en el peligro latente implicado en sus escenas, como en la espléndida
carpeta con tres obras gráficas titulada “Del amor altruista al egoísta”, realizada en
el Taller Rinoceronte Magenta, de Ricardo Zanabria.
Artífice que elude el encasillamiento, Daniel Barraza aspira a renovarse continuamente.
Por ello, no sólo pasa de la obra bidimensional a la tridimensional con espléndidas piezas
tratadas con resina, sino abre sus visiones rituales a una figuración centrada en la cotidianidad.
El resultado son sus retratos de mujeres y niñas en motoneta, imagen que descubrió en el
sureste de Asia y traslada con toda facilidad y pericia al ámbito mexicano, donde las motonetas
también son emblema del transporte popular.
Con esta exposición, Daniel Barraza anuncia un nuevo camino en su obra al tiempo que
recopila un largo proceso de figuración que le ha permitido colocarse como un artista original,
luego de formarse cumplidamente como maestro impresor. En pocos casos, como en el de
este notable dibujante, es posible afirmar que su largo desempeño técnico cristalizó en un
excepcional logro creativo.
Jorge Pech Casanova