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Daniel Barraza

Grabador | Pintor

Biografía

Daniel Barraza es un artista con inusuales fundamentos: además de consumado creador, es maestro en las técnicas del grabado, oficios que ha perfeccionado durante dos décadas en Veracruz y Oaxaca.
Nacido en Epazoyucan de Hidalgo en 1981, Daniel Barraza se sintió desde muy joven atraído por las artes plásticas, si bien halló que en su tierra natal había pocas oportunidades de desarrollar su vocación. Al agotar las posibilidades que le ofrecía la Escuela de Artes de Pachuca, se trasladó a Xalapa, donde ingresó al taller fundado por Per Anderson en 1999. Con este artista sueco Barraza aprendió el trabajo de impresor de un modo al que pocos podrían aspirar: no solamente las técnicas y los procedimientos del taller, sino los preparativos previos que van desde la selección y adquisición de elementos muy diversas en toda clase de sitios: desde las tiendas especializadas en materiales para artistas hasta recónditos yacimientos naturales en el bosque, pasando por mercados populares y más espacios que sólo expertos frecuentan.
En 2004 Daniel Barraza se incorporó al equipo de impresores que fundarían La Ceiba Gráfica, notable proyecto ideado y dirigido por Per Anderson para sostener un taller de impresión artística con materiales locales, incluyendo piedras litográficas de mármol autóctono en vez de las conocidas planchas obtenidas en canteras de Alemania.
En la hacienda abandonada de Coatepec donde Anderson estableció La Ceiba Gráfica, Daniel Barraza colaboró de 2006 a 2013 como impresor especializado en litografía. Sin embargo, entre más destreza adquiría en su labor de impresor, más fuerte se volvía para el hidalguense la inquietud por ejecutar e imprimir sus propias obras. Desde 2011 dibujaba y pintaba cuanto podía, y mientras adquiría cada vez más confianza en su labor creativa, descubrió que ese nuevo trabajo causaba desconcierto entre sus colegas enfrascados en tareas técnicas.
Durante una visita a la ciudad de Oaxaca, Barraza conoció al gran pintor y escultor Alejandro Santiago y a su hijo Lucio, quienes preparaban la apertura de un taller de gráfica en una zona marginada de la capital oaxaqueña. Convencido de que como artista crecería si trabajaba al lado de Alejandro Santiago, Daniel Barraza emigró a Oaxaca para incorporarse al equipo de La Huella Gráfica, el taller que los Santiago establecieron en la colonia Alemán, muy cerca de donde el artista oaxaqueño estableció en 2009 La Telaraña, espacio escultórico y centro cultural.
Al apostar por el magisterio de Alejandro Santiago, Barraza no se imaginaba que el destino le reservaba un giro inesperado. Mientras el hidalguense trasladaba su domicilio a la capital oaxaqueña en julio de 2013, el entrañable maestro nacido en la comunidad de Teococuilco falleció de manera intempestiva. Al maestro impresor no le quedó sino resignarse a la pérdida e impulsar bajo la dirección de Lucio Santiago los trabajos en La Huella Gráfica.
Daniel Barraza perfeccionó su disciplina técnica en aquel taller hasta 2017, cuando decidió abandonar las prensas y los tórculos para absorberse en su propio trabajo creativo. Si bien ha continuado ejerciendo labores técnicas en el espacio La Buena Impresión, creado por un selecto grupo de artistas en 2019, Barraza tiene claro que pronto sólo dedicará su destreza como impresor a la edición de su propia obra. Mientras tanto, se esfuerza por impartir sus conocimientos a jóvenes impresores de diversas partes de la república que convergen en los cursos que imparte en La Buena Impresión, ideados para formar técnicos gráficos con elevada calidad.
Ahora, Daniel Barraza presenta su obra reciente en La Mano Mágica, donde destaca por su destreza como dibujante y sus innovaciones formales. Tres temas predominan en sus piezas: las imágenes de jaguares y perros xolos, con las cuales lleva tiempo trabajando, y una nueva serie: las motonetas tripuladas por mujeres que desarrolló a partir de una experiencia obtenida en el sureste de Asia.
Las imágenes de jaguares y xolos son el tributo de Daniel Barraza a la cultura prehispánica. Con su meticuloso dibujo, transforma estas figuras en un inusitado altar de muertos, pues los animales que recrea son desde tiempos ancestrales íconos totémicos de las culturas originarias, y el artista acentúa esa característica, sobre todo en el caso de los jaguares, ubicándolos en monumentos ceremoniales, como el templo de la antigua ciudad maya de Uxmal conocido como El Palomar, con su imponente crestería de piedra labrada en la que se desplanta un gigantesco balam (nombre maya para el jaguar). Con providez, el dibujante recrea ceremoniales y rituales desaparecidos en los grabados que protagonizan estos animales.
Por otra parte, la fiereza de los felinos asociada con figuras infantiles es una irónica referencia del dibujante y grabador a escenas idílicas que en realidad son imposibles, y el artista quiere que reflexionemos en el peligro latente implicado en sus escenas, como en la espléndida carpeta con tres obras gráficas titulada “Del amor altruista al egoísta”, realizada en el Taller Rinoceronte Magenta, de Ricardo Zanabria.
Artífice que elude el encasillamiento, Daniel Barraza aspira a renovarse continuamente. Por ello, no sólo pasa de la obra bidimensional a la tridimensional con espléndidas piezas tratadas con resina, sino abre sus visiones rituales a una figuración centrada en la cotidianidad. El resultado son sus retratos de mujeres y niñas en motoneta, imagen que descubrió en el sureste de Asia y traslada con toda facilidad y pericia al ámbito mexicano, donde las motonetas también son emblema del transporte popular.
Con esta exposición, Daniel Barraza anuncia un nuevo camino en su obra al tiempo que recopila un largo proceso de figuración que le ha permitido colocarse como un artista original, luego de formarse cumplidamente como maestro impresor. En pocos casos, como en el de este notable dibujante, es posible afirmar que su largo desempeño técnico cristalizó en un excepcional logro creativo.